LA CREDIBILIDAD DE LOS ENCUESTADORES
Herodoto relató la triste suerte de Creso, el famoso Rey de Lidia que llegó a dominar el Asia Menor, cuando consultó al Oráculo de Delfos antes de enfrentar al Imperio Persa. “Un gran imperio va a derrumbarse” fue la respuesta. Creso se confió en el pronóstico y fue a la guerra; no sólo fue derrotado sino que su pueblo fue sometido a la esclavitud por los persas. La pitonisa del Oráculo aclaró después que su vaticinio se había cumplido porque el imperio de Creso se derrumbó.
Desde entonces, muchos líderes mundiales han recurrido a agoreros, adivinos y chamanes para justificar el inicio de una guerra y actos de gobierno manifiestamente ilegales o inmorales.
En la modernidad ha surgido una variante pesudocientifica del Oráculo de Delfos con los encuestadores profesionales. Con membrete de consultores han logrado imponerse como imprescindibles asesores de todos los gobernantes, ofreciendo las encuestas de opinión como un artículo de primera necesidad a la hora de iniciar una campaña electoral.
La encuesta es una herramienta de investigación social de probada eficacia, cuando los fines y los medios responden a consignas claras e imparciales. Un ejemplo que podemos encontrar en Internet es la encuesta realizada por Graciela Romer en el año 2000 sobre el aborto, y que ha sido presentada en proyectos legislativos. En la práctica docente se recurre usualmente a las encuestas, especialmente para diagnosticar la transferencia de los aprendizajes y conocer problemáticas que puedan influir sobre el proceso educativo, con el fin de hacer las rectificaciones necesarias.
Esta pauta ética no se aplica en el terreno político. Francis Korn, en la versión on line de ”Ciencia Hoy” pregunta si las encuestas son pronósticos científicos o pasatiempos mundanos. Afirma que a pesar de que las predicciones de las encuestas electorales no se cumplen o lo hacen solo parcialmente, estos instrumentos estadísticos de medición de opinión son esperados por público y candidatos con mayor avidez.
El sociólogo Manuel Mora y Araujo respondió algunos interrogantes sobre las encuestas en una entrevista realizada el 24 de mayo por la Revista “Fortuna”. Admite sí, que las encuestas pueden ser manipuladas por las empresas, por los contratistas y también por la prensa.
Por principio, la construcción de la muestra surge de un contrato económico –con costos significativos de aproximadamente u$s 60.000- y de un propósito deliberado de un grupo, partido o dirigente político, que se reserva el derecho de publicar o no los resultados de la encuesta. Es usual además circunscribir los procedimientos de consultas a universos poblacionales relativos, como usuarios de Internet y/o de móviles celulares, habitantes de radios residenciales predeterminados o grupos étnicos-religiosos conocidos.
Para lograr la credibilidad es necesario pautar acuerdos éticos fundamentales para construir y difundir las encuestas electorales. Debe existir siempre un informe preciso sobre los fines, los alcances poblacionales y la publicidad fidedigna de los resultados. El Estado debe hacer cumplir efectivamente las leyes que reglamentan estas prácticas, como las encuestas de boca de urna Con estas condiciones, es posible realizar a posteriori otros trabajos de confrontación y evaluaciones analíticas más imparciales.
Algo deberá cambiar en esta materia, porque se corre el riesgo de llevar al terreno de la especulación electoral algunas prácticas televisivas. No me imagino eligiendo un Presidente con las pautas de “Gran Hermano” o “Bailando por un Sueño”.
